Ubicado al sur del centro histórico, el barrio alto de la ciudad flamenca de Cortrique (Hoog Kortrijk) es un área de baja densidad con grandes espacios abiertos y una topografía en suave pendiente. Con el fin de desarrollar una estructura coherente y una identidad reconocible para el distrito, a principios de 1990 el Ayuntamiento organizó un concurso internacional para su ordenación urbana. El ganador del concurso, el urbanista italiano Bernardo Secchi, fue también el encargado de la realización de un cementerio municipal en el barrio, ampliado ahora con este nuevo crematorio.

El proyecto trata de respetar el entorno donde se inserta alterando la topografía preexistente lo menos posible. Para ello, el edificio ‘desaparece’ en el paisaje enterrándose en él: apenas un metro de la construcción emerge sobre el nivel del suelo de la calle. Sólo la verticalidad de una chimenea escultórica contradice la horizontalidad del edificio, cuya cubierta vegetal reproduce las planicies verdes que caracterizan este lugar.

Debido a la posición enterrada de la única planta en la que se desarrolla el proyecto, una rampa de acceso desciende desde el nivel de la calle hasta la cota inferior. La rampa, estrecha y de pendiente suave, discurre en paralelo al borde del solar, iniciando una secuencia lineal de espacios ceremoniales que se suceden de forma continua y fluida. El primero de ellos es el patio trapezoidal y descubierto en el que finaliza la rampa y que sirve de atrio de acceso al recinto. Un árbol en posición central preside este espacio. Tras él se sitúa el vestíbulo, dos salas para las familias, y dos salones para ceremonias; su distribución ha sido planteada para permitir su funcionamiento simultáneo. Los salones de ceremonias comunican directamente con la sala de incineraciones, tras la que se encuentran los espacios técnicos y un aparcamiento para la recepción de los coches fúnebres, que acceden al edificio desde su propia rampa enfrentada a la de los visitantes, en el lado opuesto. De esta forma se evita el cruce de los recorridos de las familias y amigos, por un lado, y el de los operarios por el otro. Dos patios aportan luz al interior de las estancias.

El edificio ha sido realizado en hormigón armado visto. La textura del encofrado de tablillas verticales produce una vibración sutil de la superficie, introduciendo nuevos matices en un proyecto por lo demás riguroso tanto en lo geométrico como en lo constructivo. La madera del pavimento y el enlucido en color blanco de los muros son los acabados que dominan en los interiores.