Coincidiendo con el inicio de su madurez, José Ignacio Linazasoro está experimentando, como tantos otros arquitectos, una mutación cuyo final es aún difícil de prever.

Acompañado en los últimos proyectos por Luis Sese —en lo que ha resultado ser una fructífera colaboración—, la obra reciente que ambos presentaron en la exposición del Colegio de Arquitectos de Madrid el pasado año y, de forma más precisa, los proyectos desde entonces realizados y las obras ahora terminadas significan un decidido desplazamiento desde su inicial racionalismo militante hacia posiciones más abiertas, menos previsibles y, por tanto, más arriesgadas, como si una voluntad clara de experimentación hubiera sustituido a aquella antigua fe en la mímesis entendida como instrumento de certeza...[+]