Situado en la orilla occidental del lago Bled —reconocido internacionalmente por su iglesia insular y el majestuoso telón de fondo de los Alpes Julianos—, este pequeño cobertizo de apenas 25,5 m² ha sido cuidadosamente renovado con un enfoque centrado en la preservación de la tradición a través de la restauración. La construcción sirve como base de operaciones para las embarcaciones de la Agencia Medioambiental de la República de Eslovenia, responsables del monitoreo continuo de la calidad del agua del lago, un ecosistema especialmente vulnerable por la presión turística.

Lejos de una transformación radical, la intervención respetó y revitalizó la estructura original de madera, que fue desmontada, inspeccionada pieza por pieza, restaurada y posteriormente ensamblada de nuevo. Todo ello manteniendo fielmente las proporciones y el lenguaje vernáculo de las construcciones alpinas. El proceso incluyó el tratamiento de la madera con resina de pino tradicional, un material natural que protege la estructura y honra tanto los saberes artesanales locales como los criterios ecológicos contemporáneos.

La fachada no se reinstaló de forma uniforme: en su lugar, las tablas fueron desplazadas y dispuestas en distintos ángulos, creando una envolvente calada que transforma sutilmente el carácter del edificio. Esta "piel porosa" permite que la luz, el aire y las vistas del lago atraviesen la estructura, generando un juego de transparencias y sombras que conecta el interior con su entorno natural de forma delicada y sensible. Entre las mejoras introducidas destaca también la sustitución del antiguo suelo de cemento por tablones de madera, que aportan una superficie transpirable y coherente con el paisaje lacustre.

Esta intervención no solo extendió la vida útil del edificio, sino que lo revalorizó como una arquitectura discreta e integrada, cuyo verdadero mérito radica en su capacidad para conservar, reutilizar y dialogar respetuosamente con su entorno.