El nuevo centro de artes escénicas de São Paulo está situado en la llamada Plaza de las Artes, un lugar al que dotan con carácter dos edificios históricos representativos: el Conservatorio dramático y musical, y el Cine Cairo. Ambos se han restaurado cuidadosamente para incorporarse a una dotación que incluye nuevos espacios destinados a varias orquestas y coros de la ciudad, así como aulas educativos y sociales.

Haciéndose eco de las características geométricas del complejo solar, y respetando su peculiar atmósfera artística —consolidada ya hace décadas—, los nuevos pabellones envuelven a los viejos edificios, configurando una volumetría de altura variable cuyas piezas —interconectadas entre sí mediante cavalcavías que recuerdan las del SESC de Lina Bo Bardi en la misma ciudad— se sitúan según retranqueos que crean pequeñas plazas públicas, y adquieren un común aire de familia merced a la solución de la envolvente, que es la misma para todas las nuevas edificaciones.

Esta envolvente está formada por un muro de hormigón armado construido in situ y pigmentado con tonos ocres y rojizos. Este se perfora con pequeños huecos dispuestos de una manera aparentemente azarosa sin que esto debilite su espesor, un espesor que garantiza unas adecuadas prestaciones acústicas, aspecto fundamental en un edificio destinado a la música. Las necesidades de insonorización también definen los recintos interiores, cuya compartimentación se ha resuelto con tabiques y suelos flotantes acústicos formados por varias hojas especializadas.