El diseño de este centro cultural situado en un suburbio de la ciudad neerlandesa de Amersfoort es el resultado de modular, componer y maclar una serie de sencillos volúmenes de madera con forma cúbica y dimensiones variadas. La modulación geométrica se corresponde también con la constructiva, y facilita el uso de un sistema industrializado cuyas piezas —fabricadas en Alemania y Suiza— se han montado in situ por especialistas.

Tales piezas —que pueden alcanzar unas dimensiones máximas de 20 metros de largo, 4,8 de ancho y 30 centímetros de espesor— están elaboradas con madera contralaminada, resultado de superponer varias capas de pícea encoladas y dispuestas en forma cruzada para conformar elementos macizos con gran capacidad mecánica y estabilidad dimensional, y con unas excelentes prestaciones acústicas y de durabilidad frente al ataque de hongos o insectos.

El reducido presupuesto condujo a aprovechar las propiedades del sistema, de manera que los paneles forman la estructura (paredes, suelos y techos), incluyen el aislamiento térmico y muestran su acabado tanto al interior como al exterior, salvo en las zonas más expuestas, donde se han revestido con madera natural sometida a un tratamiento de termoendurecido para garantizar una mayor durabilidad.