A 1.100 metros de altitud, esta construcción de madera está ideada con una clara intención de reducir todo a lo esencial. La casa parte de la sencillez y reinterpreta, con un lenguaje contemporáneo, el concepto tradicional de cabaña.

Erigida en solitario, la vivienda busca aprovechar las impresionantes vistas, y reducir al mínimo su impacto sobre el terreno. Se emplaza en el límite superior de la parcela, con un volumen compacto que dialoga con el paisaje sin imponerse. El espacio habitable, de apenas 80 metros cuadrados, responde al concepto de módulo reducido.

La casa está construida íntegramente en madera maciza, y su piel exterior está revestida con tablas de alerce aserradas en bruto, de distintos anchos. La fachada sur se abre con una amplia superficie vidriada que enmarca las vistas. Las ventanas, de diversos tamaños y disposición aparentemente aleatoria, crean un juego visual que dinamizan las fachadas.