El albergue forma parte de una serie de encargos de la misma naturaleza realizados por el estudio en diferentes puntos de Cataluña, promovidos por la Fundació Catalana de L’Esplai, una asociación sin ánimo de lucro de carácter educativo. El proyecto parte de tres premisas fundamentales: en primer lugar, debía ser económicamente sostenible —no podía exceder los 450 euros por metro cuadrado construidos, incluida la urbanización—; en segundo lugar, debía ser un proyecto multifuncional y versátil. Por último, tenía que ser un proyecto respetuoso con el entorno y contar con sistemas de ahorro energético.

El proyecto está inspirado en referentes del mundo de la infancia  — casitas, pueblo, bosque, caminos...— y consta de tres partes bien diferenciadas: edificio de servicios, aulas de naturaleza y dormitorios. 

Forman el conjunto dos albergues, cada uno de ellos formado por tres unidades de una planta y una de dos, y otros dos volúmenes que alojan las aulas y el comedor; la superficie total es de 770,48 metros cuadrados.

El proyecto huye del tipo convencional de edificio en peine organizado en baterías de dormitorios con baños comunes, y apuesta por unas unidades de sistema, en las que la relación entre la superficie útil y la superficie construida aumenta, dado que las comunicaciones entre ellas se producen a través del exterior. Esta disposición modular permite alojar grupos diferentes dentro de la misma instalación, manteniendo cierto grado de intimidad. Los recorridos exteriores adaptados y los pasos entre los diferentes volúmenes permiten la circulación entre ellos, agrupando así las entradas y facilitando el control por parte de los monitores. El proyecto plantea tres tipos de habitación —para cuatro, seis u ocho niños— alcanzando una capacidad total de 90 plazas.

Además del necesario desahogo, el espacio bajo cubierta de las unidades favorece el control de la acústica y de la iluminación artificial, sobre el tejido suspendido que forman unos perfiles tubulares blancos.

La sencillez de los materiales utilizados ha permitido una gran economía en los medios de ejecución así como la repercusión final en su mantenimiento posterior. En los interiores se emplea bloque de hormigón visto pintado y pavimentos de hormigón pulido de granulometría fina. Las ventanas, de 20 centímetros de ancho, están insertadas en marcos de acero inoxidable de 2 milímetros de espesor, con porticón de DM pintado incorporado para oscurecer el interior, y cúpulas de machihembrado visto, que da una tonalidad cálida a la luz. La ubicación de los conjuntos de ventanas en los paramentos verticales permite la ventilación cruzada, independientemente del viento dominante. En las fachadas y cubiertas, un estuco flexible y autolimpiable permite la continuidad del aislamiento y el tratamiento hidrófugo en todo el perímetro. En los recorridos exteriores se utilizan dos tipos de pavimento: tablones de hormigón texturizado en los peatonales y de hormigón raspado en los rodados. 

El presupuesto total de la obra asciende a 504.079 euros, cuya repercusión en la superficie construida es de 425 euros por metro cuadrado, incluyendo los costes de la construcción y de la urbanización.



Cliente Client

Fundació Catalana de L’Esplai

Arquitecto Architect

Carlos Ferrater, Nuria Ayala

Colaboradores Collaborators

Alexandre Pararols (arquitecto técnico quantity surveyor)

Fotos Photos

Alejo Bagué