La ciudad de Shenzhen, situada en la meridional provincia de Guangdong a tan sólo treinta y cinco kilómetros de Hong Kong, es una de las más calurosas de China. La confluencia de una gran cantidad de ríos que, procedentes del continente, se dirigen hacia el Pacífico—a la que se debe el nombre de la ciudad—, hace posible la existencia de una vegetación exuberante. En uno de sus frondosos bosques tropicales, el que cubre la ladera del monte Loto, se ha construido un pequeño edificio de aseos públicos para el uso de los visitantes de la plaza del Monumento a Deng Xiaoping, situada en la cumbre de dicha colina. Para producir el menor impacto sobre el entorno, el edificio flota sobre el suelo de la ladera, apoyándose en una serie de soportes metálicos inclinados que lo sumergen en el bosque circundante.

El conjunto se conecta con el nivel de entrada únicamente por un puente curvo, que conduce desde el aparcamiento cercano hasta los aseos. Esta pasarela, acompañada de una barandilla tubular ondulada, que atraviesa la planta y divide el programa en dos volúmenes semejantes correspondientes a los aseos de hombres y de mujeres, permite disfrutar de las vistas de la ciudad de Shenzhen, situada al este. El resultado se asemeja a un pequeño pabellón en el jardín, de tan solo setenta y ocho metros cuadrados, que se configura como una sencilla construcción al aire libre, y cuyo envoltorio no alcanza a cerrar su volumen por completo en ningún caso. Las fachadas de vidrio, fijadas a los pilares de acero pintado de blanco, se detienen sin llegar a la cubierta, cuyo amplio voladizo unifica los dos espacios en uno y permite, además de la ventilación horizontal entre fachadas opuestas, otra útil ventilación vertical a través de sus huecos.

Como si fueran hojas rectangulares arrastradas por el viento y detenidas sobre el vidrio translúcido un instante, una serie de ‘manchas’ transparentes aleatoriamente dispuestas permiten divisar el paisaje desde los aseos o comunicarse con el exterior. Se establece así una interesante permeabilidad visual, que consigue el mismo efecto que las celosías tradicionales —ver sin ser visto—, simplemente mediante el tratamiento diferenciado de la superficie de un mismo vidrio. La inclinación de los pilares metálicos —a modo de troncos fortuitos— y la alusión vegetal de las citadas hojas de la fachada, pretenden perpetuar el recuerdo de esos otros árboles que fueron talados para dejar sitio al nuevo edificio; una explicación poética en consonancia con la respetuosa intención ecológica de todo el proyecto... [+]