Para conservar y proteger un acervo documental disperso, desorganizado y parcialmente destruido, el nuevo archivo histórico de Oaxaca se emplaza en el parque de las Canteras, un lugar simbólico para la ciudad. El edificio busca respetar el entorno en el que se inserta, por lo que las alturas del proyecto varían en función de la topografía. El programa se distribuye en cuatro niveles: el más bajo alberga las actividades públicas y en él se gestiona, también, el acceso a los documentos; los niveles superiores, por su parte, se destinan a las funciones propias del archivo: los repositorios de documentos ocupan gran parte de la superficie del conjunto. 

Los volúmenes que conforman la obra se colocan en el parque respetando la vegetación existente, y así se genera un conjunto de edificios conectados mediante patios y pasillos interiores. Los patios, además de favorecer la ventilación cruzada, sirven para recoger y reutilizar el agua de lluvia. Los dos accesos, que presentan una diferencia de cota de cuatro metros, marcan el inicio y el final de un recorrido peatonal que se suma al resto de sendas del parque.

Los muros del archivo son de hormigón, y se tintan con un tono ocre que alude al color de las tierras de la región Mixteca. La secuencia que siguen los patios contribuye a acentuar esta sensación visual terrosa, y crea una concatenación de claroscuros y transparencias que disuelven entre los árboles la potente presencia del edificio.