Yusuhara es una pequeña población en la montañosa provincia de Kochi, al suroeste de Japón, descrita a menudo como un ‘rincón sobre las nubes’. En los últimos años, el estudio de Kengo Kuma ha desarrollado allí varios proyectos, como el ayuntamiento o el mercado comunitario, cuyo rasgo característico es el uso creativo de la madera de sugi, una conífera japonesa, abundante en la zona, que es considerada el árbol nacional. En este caso, se han diseñado, en el centro de la villa, una biblioteca y un centro social contiguos, cuyas fachadas se revisten con un patrón ajedrezado de paneles formados por listones alternos de esta singular madera.

Concebido como un bosque, donde la luz se filtra con delicadeza entre las hojas, el interior de la biblioteca se puebla con un entramado espacial de barras de sugi que evoca las copas de los árboles. Esta celosía, ensamblada a la manera tradicional, se apoya en los gruesos pilares de acero —que hacen las veces de troncos— y se fija superiormente a una serie de viguetas en la cubierta. El suelo, también de madera, se modela como una topografía escenográfica, dando lugar a una sucesión de niveles en distintas alturas que además de añadir un carácter lúdico al espacio, pueden utilizarse como escenarios para actuaciones, lecturas y conciertos.