Dentro del complejo educativo de Gando, la biblioteca se sitúa entre la escuela y la ampliación, de manera que se genera un espacio de transición. Siguiendo la misma técnica empleada en los otros dos edificios, la biblioteca está construida con bloques de tierra compactada y cuenta con un tejado de chapa metálica elevado. El nuevo volumen, sin embargo, difiere de los anteriores en su forma, ya que en lugar de ser rectangular, adopta una planta elíptica acercándose más a las construcciones vernáculas de la región. Otra importante novedad del proyecto es la cubierta, donde un conjunto de vasijas tradicionales de barro —fabricadas a mano por las mujeres de la aldea— se incrusta en la losa de hormigón. Este sistema crea una serie de huecos circulares que dejan pasar el aire y filtran la luz del sol creando un patrón de luces dinámico que enriquece la experiencia sensorial del espacio.

En el exterior, una segunda piel de madera de eucalipto, que todavía no está instalada, creará un área de estudio alrededor de la biblioteca. Además de bajar la temperatura del interior a través de la sombra y la ventilación, esta pantalla también se utilizará para formar pequeñas alcobas donde los niños puedan sentarse y relajarse protegidos del sol.