Es más útil mirar lo que Thomas Heatherwick hace que intentar definir quién es. El propio Heatherwick duda de tales definiciones, en parte porque es sólo ahora, tras casi 25 años de carrera, cuando se siente seguro sobre el trabajo que abordará a continuación. Lo que hace, en cualquier caso, va desde lo ingenioso hasta lo poético. Construyó un puente de acero en Londres que se desenrolla o enrolla, como si fuera una alfombra mágica, según se requieran o no sus servicios. Transformó un silo de Ciudad del Cabo en un museo de arte usando los materiales más modestos, y escaneando digitalmente uno de los granos de maíz que aún quedaban en el silo para inflarlo hasta que alcanzara el tamaño de un edificio y utilizarlo como plantilla para excavar un atrio en el corazón del racimo de tubos de hormigón que conforman el edificio, todo ello para crear un espacio con la complejidad de una catedral de Gaudí. Y diseñó, para la ceremonia de inauguración de los Juegos de Londres, el pebetero y los pétalos de bronce utilizados para encender la llama olímpica... [+]
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