De Londres al mundo: lugares y permanencias

Deyan Sudjic 
01/01/2008


Atrapada entre la montaña de antiguas revistas que descansa sobre el suelo de mi estudio hay una copia amarillenta de Blueprint, una publicación mensual surgida en Londres a principios de los años ochenta con la que un grupo de entre nosotros aspirábamos revolucionar el mundo del diseño y la arquitectura del momento. Como suele ser lo habitual, esto supuso hacer todo lo posible por desprestigiar a la generación anterior de arquitectos para defender una nueva formada por nuestros contemporáneos. Naturalmente, a medida que ellos ascendieron por el escalafón profesional, también lo hicimos nosotros; ahora esperamos que los nuevos críticos hagan lo mismo o, si somos lo bastante rápidos, promocionar una nueva generación de arquitectos por nosotros mismos.

Este número de Blueprint en particular tiene 23 años de antigüedad y muestra en la portada la foto de un angelical David Chipperfield, que posa en primer plano frente a la tienda que acaba de completar en Londres para Issey Miyake. Detrás de él, de pie, está Ken Armstrong, su asociado en aquellos días y un joven arquitecto igualmente prometedor, si bien hoy por hoy un tanto desaparecido del mapa.

Una de las cosas que resultan más embarazosas de Blueprint visto hoy en día es la utilización de imágenes con los rostros de nuestros héroes de la arquitectura en la cubierta, en un intento por hacer la profesión más accesible y sacarla del gueto en el que se encontraba. La idea era poner una cara a las abstracciones de la arquitectura, hacer una revista capaz de seducir desde el kiosco. Por supuesto, nunca hubo demasiados compradores, aunque sin duda hicimos nuestra pequeña contribución al culto a las celebridades que tanto nos abruma hoy en día. Pronto descubrimos, sin embargo, que nuestras buenas intenciones se veían afectadas por una extraña maldición: los socios que aparecían en las portadas de Blueprint tenían tendencia a separarse poco tiempo después en condiciones no demasiado amistosas, del mismo modo que las fotos de boda en la cubierta del ¡Hola! suelen terminar en divorcio. Poco después de ser publicados en Blueprint, Armstrong se mudó a París para realizar la Maison du Japon en solitario, y la sociedad Armstrong-Chipperfield corrió la misma suerte que tantos otros protagonistas efímeros de nuestras portadas. Hubo de transcurrir cierto tiempo para que Chipperfield obtuviera encargos con una repercusión similar a la Maison du Japon, un proyecto que durante un breve espacio de tiempo prometía ser el nuevo Institut du Monde Arabe. La tienda de Miyake le facilitó algunos proyectos en Japón durante los ochenta, convirtiéndose en uno de los primeros arquitectos europeos en ser absorbidos por la burbuja económica de Tokio, de modo similar a como Pekín o Dubai atraen a los arquitectos de todo el mundo en la actualidad...


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