El arquitecto favorito de las marcas de lujo acaba de culminar su obra más personal: un museo en Los Hamptons con su colección de arte.
Cuando Peter Marino fue contratado a finales de los setenta por Andy Warhol para renovar la tercera y penúltima sede de The Factory y el apartamento del pintor, el arquitecto recibió el salario más bajo de su carrera. Warhol le firmó un talón por 150 dólares y le espetó: “No deberías cobrarlo. La firma algún día valdrá más que el propio cheque”. “Maldita sea, Andy. Tengo que pagar el alquiler”, le respondió un veinteañero Marino, que corrió a ingresarlo en el banco sin esperar a que se cumpliera tan presuntuosa profecía...