Quien tome en sus manos este libro ha de considerar su peso como una promesa de densidad, y no se verá defraudado. Tiene unas dimensiones confortables. La cubierta, sobria como la obra de Julio Cano Lasso —la planta abstracta de un edificio de patios—, adelanta la reflexión sobre la tradición que el libro ofrece.

El diseño también es tradicional, un gran número de imágenes en blanco y negro de pequeño pero suficiente tamaño, dispuestas siempre en página par, acompasan el texto. El papel satinado reivindica con éxito el placer de una lectura, como no, tradicional.

En coherencia con la dualidad que los autores señalan en la obra del arquitecto, el libro también lo es; cumple con el propósito de explicar la obra del arquitecto y al tiempo les sirve para establecer un sistema analítico generalizable. Si la arquitectura fue para Cano Lasso, la oportunidad de ‘descubrirse’, de volcar sus intuiciones, sus placeres infantiles, sus inventos, este libro es también un esfuerzo de los autores por conocerse y explicarse a otros.

El texto es sistemático y explica todos los pasos y las estrategias de trabajo del autor, cuya obra exhaustivamente analiza. Entre los muchos momentos brillantes, destaca la confrontación dialéctica que diagnostican y las maneras de conciliación que Julio Cano encuentra como salida, y que llaman ‘procesos de hibridación’. Entre estas figuras dialécticas, sobresalen las que contraponen el método tipológico y lo que atractivamente denominan ‘creación referencial’. O la tensión entra lo culto y lo vernáculo, o entre tradición y modernidad. También es brillante la interpretación de ese continuo dibujar ciudades españolas —Madrid sobre todo— como tácticas de comprensión y aprendizaje y que reconocen como ‘intermediario o traductor’ entre la realidad y el proyecto.

Dominan los autores la bibliografía contemporánea que explica la relación del arte con la historia y con ese bagaje analizan a su maestro.