
Adolf Loos vive un período especialmente denso en acontecimientos y decisivo en la historia moderna de Europa. Nace el año en que finaliza la guerra franco-prusiana, con la derrota del Imperio Francés, y muere en 1933, fecha del ascenso al poder del nazismo. Ambos sucesos serán determinantes en la vida cultural del continente, y muy especialmente en la de los países centroeuropeos. Entremedias, los desgarros de la I Guerra Mundial y la redefinición del mapa político.
Loos observará la caída del Imperio Austrohúngaro con el distanciamiento que le suministra su condición de detractor no tanto del régimen político como del modelo sociocultural auspiciado por la corte de los Habsburgo. Por eso, desde su regreso de América en 1896, su capacidad crítica estuvo al servicio de una idea regeneradora de los usos y costumbres de lo que algunos han denominado la decadente «Viena fin de siglo»...[+]