El derrumbe del llamado Puente Morandi de Génova causó 43 muertos, y dejó patente tanto lo inapropiado de su diseño como su falta de mantenimiento. Fue un golpe duro para la política y la ingeniería italianas, que se ha intentado compensar con el rápido proceso de adjudicación de un nuevo viaducto que sustituirá al derruido pero que no recuperará su nombre original, como castigo al ingeniero que lo concibió, el en su momento admirado Ricardo Morandi.

Tras un concurso de arquitecto y constructora en el que también participó Santiago Calatrava, la nueva infraestructura tendrá la firma de Renzo Piano, uno de los más ilustres genoveses, que pocos días después del derrumbe del viaducto ofreció gratuitamente a la ciudad un proyecto cuyas trazas generales se han conservado en la propuesta que al final se construirá. Se trata de un viaducto de 1.100 metros de longitud, con 19 pilares de base elíptica separados a una distancia de cincuenta metros, salvo los dos centrales de cien, y que, a diferencia del Puente de Morandi, no salvará las luces con un solo tirante de hormigón, sino con grandes vigas-cajón de acero. Se prevé que la construcción finalice en 2020.