1919 - 2013
Nacido con el fin de la Revolución mexicana, y destinado a la abogacía, Pedro Ramírez Vázquez decidió hacerse arquitecto por influencia de un poeta, Carlos Pellicer, que le convenció de que la ciudad es un espacio de convivencia. Ramírez Vázquez, uno de los padres de la modernidad mexicana, no abandonaría este idea a lo largo de sus más de sesenta años de carrera. En este tiempo construyó edificios como el Museo Nacional de Antropología y el Museo de Arte Moderno, ambos levantados en México el mismo año (1964), así como la Basílica de Guadalupe (1975), o el Estadio Azteca (1968), todas obras funcionalmente exactas e imprescindibles para entender la búsqueda de un lenguaje nacional a caballo de las aspiraciones modernas y de la evocación del pasado precolombino. No menos importante fue su faceta como gestor público, pues no sólo planificó ambiciosos programas de educación y vivienda social, sino también contribuyó como pocos a dar una nueva imagen al país, sobre todo, como presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de 1968, aquellos en los que Bob Beamon batió por muchos años la marca de salto de longitud arropado por el impresionante escenario del Estadio Azteca.