El sueño del Paraíso: con este enunciado sintetiza Nieves Fernández Villalobos la incesante búsqueda experimental que durante varias décadas llevó a cabo una de las parejas más singulares de la historia de la arquitectura, el matrimonio formado por Alison y Peter Smithson, y que tuvo como paradigma la elaboración de una ‘Casa del Futuro’. Resulta sorprendente, como nos desvela la autora del libro, que la clave de todo esté en un cuadro tardomedieval con la representación de un hortus conclusus, elegida por Alison como icono de su idea del paraíso doméstico contemporáneo, en un raro equilibrio entre lo natural y lo sintético.
El libro tiene un enorme interés para cualquier estudioso, pero más todavía para los jóvenes que busquen nuevos caminos en una arquitectura alejada del espectáculo, encerrada en una sobriedad experimental, anhelante del paraíso en torno a un diminuto jardín que se convierte no sólo en corazón de la casa, sino en una metáfora del necesario diálogo entre arquitectura y naturaleza, y en motor de una investigación incesante sobre nuevos modelos de habitar. Seriedad e investigación consiguen construir un relato que la autora conduce de manera brillante, desde su conocimiento profundo de los personajes y de su obra doméstica (reelaborada a partir de nuevos dibujos y maquetas realizadas por ella).
Llamado a convertirse en un referente, el libro propone una muy interesante lectura híbrida entre la arquitectura y el diseño. La detallada información aportada demuestra la soltura con la que la autora se mueve entre ambas disciplinas, tan estrechamente unidas en los segundos albores de la modernidad que juntas explican de manera lúcida muchos de los procesos más contemporáneos.
En estos tiempos actuales, tan convulsos, acercarse con rigor a la obra de unos arquitectos modernos que miraban el futuro con ojos apasionados pero críticos, como lo hace este libro, es un acto imprescindible para entender ese futuro pasado que todavía no hemos alcanzado y que la actual situación no nos permitirá, probablemente, alcanzar nunca. Sin embargo, puede que todavía nos salven algunos pequeños paraísos.