La gran operación comercial que ha acompañado el estreno simultáneo de Barbie y Oppenheimer ha generado incluso su propio tag, ‘Barbenheimer’, y ha permitido recuperar arquitecturas tan oníricas como las que habita la muñeca rosa y su compañero Ken, inspiradas en las casas californianas de los años cincuenta; o tan disciplinadas como Los Álamos, el poblado secreto creado en el desierto de Nuevo México por el general Leslie Groves y el físico Robert Oppenheimer para albergar a los científicos del Proyecto Manhattan, donde se gestó la primera bomba atómica. Focho ha querido interpretar la nostalgia que ha acompañado el recorrido en taquilla de ambas películas con el bombardero Enola Gay, que lanzó el artefacto nuclear sobre Hiroshima, ahora pilotado por un Putin que quizá desearía ejecutar la misma operación sobre Kiev; y con el Corvette descapotable de juguete que ahora conduce el jefe del Gobierno español, acompañado por su vicepresidenta segunda, la pareja política de este otoño.[+]