Desde hace unos días estamos de luto por la muerte de un glaciar que marca un hito en la historia de la humanidad. El glaciar, situado al noreste de Reikiavik, era conocido como ‘Ok, se ha derretido y ya no existe’. Una placa en el sitio marcará este punto. Andri Snær Magnason, el escritor islandés, ha concebido la inscripción en torno a una pregunta para las generaciones futuras: ‘Sabemos lo que está sucediendo y lo que hay que hacer’, escribió. ‘Solo tú sabes si lo hicimos’.
La conmoción de este momento no debe desperdiciarse. Eso intento hacer yo desde mi práctica como artista. Hace algo menos de un año, quienes paseaban por el centro de Londres podían encontrarse con treinta bloques de hielo glacial de miles de años de antigüedad. En sus formas aparentemente inmóviles estaban encapsulados rastros de tiempos remotos en forma de polvo y otros materiales naturales. Aquellos que ponían la mano en el hielo podían sentir la superficie fría y suave en su piel. Quienes acercaban el oído escuchaban los chasquidos que produce cuando se derrite. Eran testigos directos de los cambios ecológicos que estamos experimentando...