Miguel Fisac

Daimiel, 1913

29/02/2000


Problemas de los cincuenta. La clase media española se extraña de la modernidad de las iglesias y del biscúter. En efecto, todavía muchos años después, no deja de extrañarnos que un capítulo importante de la incipiente modernidad española se deba a la arquitectura religiosa. Y dentro de ella, uno de los más conspicuos conversos era Miguel Fisac, el manchego iluminado por Escandinavia, cuyas iglesias son como luces del Norte sobre la España mesetaria de la posguerra. Las hermanas Gilda eran una buena personificación de esa clase media de la época, la sufrida clase media de los cincuenta. Sus aventuras son parte de la cara sonriente del neorrealismo con que se retrataba la sociedad urbana española de entonces. Hermenegilda y Leovigilda, que unían en su nombre el sainete carpetovetónico con la moda de Hollywood, es decir, la nomenclatura visigoda de los hijos de Recaredo con la película de Rita Hayworth (nacida Cansino, qué gracioso), vivían en un mundo con anhelos de modernidad. Junto a estas criaturas de Vázquez había otras, y entre sus mismos compañeros del Pulgarcito estaban los Zipi y Zape de Escobar o el Gordito Relleno de Jorge... Pero las Gilda tenían un equilibrio especial de humor limpio. No solían caer demasiado en el esperpento como Doña Urraca, ni en lo cutre como Carpanta; las Gilda de Vázquez fueron evolucionando hacia un dibujo cada vez más suelto. Y también así el primer Fisac. Sus continuadores, como Mortadelo o las iglesias modernas de Cubillo, se empeñaron en sobreactuar para convencer. Se hicieron posmodernos.

Junto a los hormigones de Fisac aparecen en la viñeta, para dar noticia de la época, otros inventos de la posguerra, como el biscúter, cuyo nombre pervive en el apodo de un personaje de las novelas de otro Vázquez, Montalbán de segundo. Era un artefacto asombroso, un cochecito cutre para una era neorrealista, fruto de la industria española y objeto en su día de mil chistes, tan chocante como las iglesias de Fisac. Y la nube de alambre; ya andaba Fisac enredando alambres encima de los edificios, como después haría Tàpies sobre su fundación. La nube de alambre de Fisac repropone la clásica cruz, la de Tàpies, una silla. De nuevo, moderno espiritual y espíritu posmoderno.


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