Libros 

Maestro de la metáfora

En la arquitectura de Steven Holl

Juhani Pallasmaa 
31/12/2017


Vanke Center in Shenzhen, China (2008-2012)

Steven Holl es, sin duda, uno de los arquitectos más relevantes de nuestro tiempo. A lo largo de los cuarenta y cinco años de su carrera no ha dejado de desarrollar nuevas ideas formales y espaciales, impulsadas por metáforas formuladas tanto verbal como visualmente. El uso de las metáforas como herramientas de diseño le permite ampliar continuamente su campo de ideas. «Lo más importante es ser maestro de la metáfora, la única cosa que no se puede aprender de otros, y que constituye la marca del genio», escribió Aristóteles en su Poética. Más recientemente, Mark Johnson y George Lakoff, en su Metaphors We Live By (1980), han demostrado hasta qué punto el pensamiento humano y el entendimiento se sostienen en metáforas. Las de Holl resultan poéticas y a un tiempo provocadoras, y se expresan con términos como ‘rascacielos horizontal’ (horizontal skyscraper), ‘porosidad en lonchas’ (sliced porosity), ‘masas sonoras porosas’ (porous sound masses) o ‘dosel luminoso’ (luminous canopy).

En ocasiones, las metáforas de Holl surgen de fuentes bastante sorprendentes. El Museo Knut Hamsun en Lofoten, Noruega, es un retrato arquitectónico del políticamente problemático escritor homónimo, laureado con el Premio Nobel, y algunos de sus argumentos de diseño proceden de episodios de la novela más conocida del escritor, Hambre (1890). Por su parte, la planta del Museo Herning de Arte Contemporáneo de Dinamarca se corresponde con la imagen de una camisa masculina tirada en el suelo, haciéndose con ello eco del hecho de que enteriormente una fábrica de camisas ocupaba el solar. La arquitectura de Holl posee una materialidad y una atmósfera poética, háptica y sensual, que hacen que sus innovaciones formales radicales resulten reconocibles como obras propias.

Sin embargo, la arquitectura de Holl merece hoy entre los críticos y colegas opiniones sorprendentemente opuestas. De un lado, Holl ha recibido varios de los premios internacionales más prestigiosos, y durante las pasadas dos décadas ha tenido un inmensa influencia en las escuelas de arquitectura de todo el mundo. Pero, por otro lado, aún no se ha hecho con el Pritzker. En parte Holl puede estar siendo objeto de las mismas reticencias que en su día suscitó Eero Saarinen: para muchos críticos, Holl se mueve demasiado rápido de unas formas a otras, sin esperar a crear un estilo y un vocabuilario predecible y repetible.

Sus críticos no alcanzan a ver o reconocer que lo que interesa a Holl fundamentalmente es un método para fusionar el pensamiento riguroso con el sentimiento poético, intuitivo y sentido con el cuerpo, gracias a la ayuda de metáforas. En vez de definir un estilo personal, lo que el arquitecto pretende es superar la obsesión por el pensamiento y el estilo que prevalece hoy. En sus edificios y escritos, Holl ha enfatizado la importancia del reino de la experiencia y de lo háptico, la esencia sensitiva de la arquitectura y el papel de la luz y la materialidad. Desde la perspectiva estrechamente profesionalista que predomina en la disciplina, el profundo interés de Holl en la filosofía, la poesía, las artes y las ciencias, así como sus exploraciones literarias, parece que resultan sospechosos. Holl es uno de los primeros y más fervorosos defensores del enfoque fenomenológico en la arquitectura, así como de la integración de ideas tomadas de las artes visuales, la literatura, la poesía, la música y las ciencias. Incluso en el mundo de hoy, basado en la información, el interés amplio, y desprejuiciado por la multiplicidad de cosas que tienen que ver con la existencia humana y la conciencia se sigue mirando con recelo.

El arquitecto estadounidense es uno de los arquitectos que más ha sido publicado en los últimos diez años. La última monografía, Steven Holl (Phaidon, 2015), se debe a Robert McCarter, de la Universidad de Washington en St. Louis, que es hoy uno de los más informados, sensibles y productivos historiadores y críticos de arquitectura. McCarter conoció a Holl hace treinta años y dio clases con él. El conocimiento profundo de la vida, el pensamiento y las obras del arquitecto, así como su colaboración, resultan evidentes en la densidad de los hechos, observaciones, enfoques e interpretaciones narrados, así como en la sensación de cercanía que producen.

Influencias formativas

El libro narra la vida, la educación y la carrera de Holl, recogiendo detalles numerosos e interesantes, y citas del propio arquitecto. La historia comienza con los maestros de Holl, sus estudios y sus primeros viajes. Llama la atención que Holl casi sólo reconozca influencias de edificios y arquitectos históricos, no contemporáneos. Los profesores más importantes para Holl en la Universidad de Washington en Seattle fueron el historiador Hermann Pundt, de origen alemán y especialista en Friedrich Schinkel, y el paisajista Richard Haag, que enseñaba que, para diseñar un paisaje, uno tiene que «ser el lugar». Holl ha recordado con gratitud el método de Pundt de enseñar historia de la arquitectura únicamente a través de las obras de Brunelleschi, Schinkel, Sullivan y Wright: «Fue una educación muy especial, muy intencionada: no oí hablar de Le Corbusier hasta terminar la carrera.» Otra experiencia formativa importante fue su estancia de estudios en Roma, organizada por la profesora Astra Zarina, la primera mujer en ganar el Premio de Roma de Arquitectura en la Academia Americana.

Cada mañana en Roma, Holl iba al Panteón a mirar cómo entraban los rayos de sol en el grandioso espacio. Quizá este fue el desencadenante de su hábito de pintar pequeñas acuarelas (12,5 x 17 centímetros) todas las mañanas, y quizá pudo también hacer más sensible su imaginación y abrirle al intercambio entre lo visual y las formas tal y como son percibidas por todos los sentidos. Sus esbozos matutinos son estudios de percepciones espaciales o de experiencias materiales en general, o bien representan ideas para proyectos concretos. Holl ha pintado unas 20.000 acuarelas: «Para mí, un esbozo debe comenzar en la íntima conexión entre la mente, la mano y el ojo. Creo que es la única manera de estar conectado al significado espiritual y a la fusión entre la idea y el espacio.»

Entre las influencias tempranas de Holl también hay que destacar su colaboración con Lawrence Halprin, el arquitecto paisajista autor de sistemas de notación de las experiencias espaciales y ambientales. El sistema de ‘puntuación’ de Halprin se relaciona con las metáforas de Holl en el sentido de que ambos parecen partituras musicales; sin embargo, mientras que el sistema de Halprin consiste en notaciones de experiencias secuenciales, Holl usa las metáforas como guías del proceso de diseño. Otro gran acontecimiento en la carrera temprana de Holl fue su nombramiento en 1981 como profesor a tiempo completo en la Universidad de Columbia, aunque por entonces Holl todavía no era autor más que de dos obras menores. 

Además de su intensa actividad como arquitecto, Holl ha escrito profusamente durante toda su carrera, con títulos que van desde la revista Pamphlet Architecture (aparecida en 1977, hecha en colaboración con William Stour) hasta series de estudios sobre temas concretos, como Anchoring (1989), Questions of Perception (1994), Intertwining (1996), Parallax (2000), Luminosity / Porosity (2006), Black Swan Theory (2007), Urbanism: Working with Doubt (2009) y Urban Hopes (2014).

Una estética mestiza

Aparte de las ya mencionadas, otra razón por la que las obras de Holl no sean aceptadas por todos podría ser que no aspiran a la lógica lineal, a la aparente sencillez o a la elegante estética estándar, sino que buscan las yuxtaposiciones, las ideas mestizas o híbridas o la lógica multipolar. Parece, en este sentido, como si Holl trabajara con un razonamiento de conexiones o de deslizamientos, en el que los fenómenos se transforman imperceptiblemente en ideas alternativas o incluso opuestas. Como Alvar Aalto (por cierto, Holl recibió la Medalla Alvar Aalto en 1998) escribiera una vez: «En todos los trabajos creativos los opuestos deben reconciliarse (...) Esta armonía no puede conseguirse más que con el arte.» 

La arquitectura moderna creció mano a mano con las artes, pero durante las últimas décadas la arquitectura ha tendido a convertirse en una disciplina autosuficiente y tecnocrática. Un aspecto especialmente significativo de la obra de Hall es su uso de ideas e imágenes relacionadas con frecuencia con las artes, en especial con la música (una de sus grandes referentes es Paul Klee, que también tocaba el violín). La Stretto House en Dallas se basa en la estructura en stretto (una especie de fuga) de la Música para cuerdas, percusión y celesta (1936) de Béla Bartók. Su galería de arte en Seúl (2008-2012) se inspira en la composición, nunca ejecutada, de Itsván Alhalt, titulada Sinfonía de módulos (1967). Por otro lado, su ampliación de las oficinas en Sharphatisstraat, en Ámsterdam (1996-2000) se basa en la esponja de Menger y en la notación de una obra de Morton Feldman, Patrones en un campo cromático, para violoncello y piano (1981).

Steven Holl ha sintetizado bien sus metas: «El trabajo puede poseer un tipo de integridad global y la presencia de la sensación del espacio, la luz, el material y el detalle que le da una calidad emotiva absoluta. Esto debe seguir siendo el objetivo.»  


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