Opinión 

Los lugares donde vivimos

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Los lugares donde vivimos

Fuensanta Nieto 
01/12/2022


La inauguración de su nueva sede es una muy buena oportunidad para recordar la labor que la Fundación Arquia ha venido realizando en la promoción de la cultura arquitectónica y la formación de los jóvenes arquitectos. Y esto me ha hecho reflexionar sobre el modo en que entendíamos en mi generación lo que significaba ser arquitecto, que probablemente ya es diferente al que veo ahora en los más jóvenes. El modelo en el que nos veíamos reflejados entonces se basaba en una forma de ejercer la arquitectura donde la figura del arquitecto seguía teniendo el papel predominante en el proyecto y en el proceso de ejecución de las obras. Y, sin embargo, ahora que paradójicamente cada vez se construyen más edificios y con mayor rapidez, el control de los proyectos y de su construcción se ha ido dejando en manos de otros muchos agentes que, a menudo, dificultan la calidad y la puesta en valor de la arquitectura. Pensar que los edificios y las ciudades pueden construirse solo en base a la eficiencia de la gestión, la aplicación de más y más normativas, el sometimiento a la máxima funcionalidad y a las soluciones más económicas es no entender lo que realmente distingue y es la razón de ser de la arquitectura: la concepción del espacio, la estructura, la luz natural, los materiales, la atmósfera, la integración en un contexto, son los elementos con los que diseñamos los lugares donde vivimos nuestras vidas, las ciudades donde habitamos. Vivimos en la arquitectura: las condiciones y cualidades de nuestros hogares y lugares de trabajo, donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, condicionan nuestra forma de actuar y de entender el mundo de tal manera que si todos los ciudadanos fueran realmente conscientes de ello, no dudarían en considerar la arquitectura como esencial para la calidad de sus vidas. Ser arquitecto requiere soñar e imaginar, no solo pensar, calcular y analizar; implica entender el contexto que nos rodea, implica imaginar cómo hacerlo mejor, en otras palabras, requiere actuar con optimismo. Siempre he pensado que intentar hacer bien nuestro trabajo es una forma esencial de ser feliz y, en consecuencia, la mejor manera de servir a la sociedad y mejorar la vida de los ciudadanos...[+]


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