La revolución silenciosa de las cartelas en los museos
Los títulos de los cuadros y la información que se exhibe sobre ellos son un arma indiscutible para el control de la narrativa, pese a su aspecto inocente y aunque hayamos tardado en verbalizarlo.
Al llegar frente a una obra, el visitante se detiene en la cartela. La lee incluso antes de centrarse en el objeto. La información en el trocito de papel varía dependiendo de la institución o el momento histórico, pero tenerla a mano da seguridad en el paseo: esto es lo que hay que saber. En apariencia son datos objetivos: autor, fecha, técnica, título… Un momento. Tampoco los títulos de un cuadro son objetivos: no suelen corresponder al deseo de sus autores y raramente aparecen en los inventarios de época. Hasta entrada la modernidad, los artistas no solían poner títulos a sus obras, de modo que muchos son cosa de los historiadores, quienes en ocasiones producen además cartelas demasiado creativas...
El País: La revolución silenciosa de las cartelas en los museos