La invención sistemática
Arquitecturas del ingeniero Eduardo Torroja en su centenario
En ‘Tres momentos del ingeniero en la historia’, aportación de Fernández Casado a una colección de estudios en homenaje a Xavier Zubiri, se propone un paralelo entre el ingeniero romano, el ingeniero renacentista y el ingeniero actual. Se apunta ahí que el ingeniero romano (por encima de la ciencia) privilegia la acción, el saber hacer de la técnica; que el renacentista se encuentra pletórico de fines (más bien apetencias) pero pobre de medios para realizarlos; y que el actual, en fin, tras el desarrollo de los campos científicos, tiende a la fruición de lo real, a «penetrar a fondo en la realidad de las cosas, no sólo para manejar las que nos encontramos, sino para producir cosas artificiales del modo como se producirían si la naturaleza tuviera que producirlas». Y sigue una explícita diferencia entre el técnico y el ingeniero: si aquél «sabe explotar sin más la naturaleza» el auténtico ingeniero «no se contenta con estas exigencias estrictas, sino que aprovecha esta ocasión de ponerse en contacto con las cosas para elevar a plenaria su relación: por el lado intelectual hacia el máximo saber, y por el lado operativo, máxima fruición, hasta intimar con ellas»…[+]