Cuando hace cincuenta años se cumplía un siglo del nacimiento de Antonio Palacios, la cultura arquitectónica española, todavía imbuida en los principios de la modernidad, no era tan proclive como sí lo es ahora a la celebración de tan significada figura. En ese año de 1974, en la Escuela de Arquitectura de Madrid —puedo atestiguarlo, ya que iniciaba entonces mi carrera— no cabía hablar de Palacios.
Carlos Flores, en su adelantada Arquitectura española contemporánea (1961), señalaba a Palacios como «megalómano que encuentra siempre motivo para levantar edificios monumentales cualesquiera que vayan a ser sus dimensiones», contraponiéndolo así a la actitud moderna y definiendo su arquitectura como ‘antirracional’...[+]