El espíritu de la otrora deslumbrante capital cubana sufre hoy, como organismo vivo que es, depresión, desidia y deterioro moral.
Uno. Desde sus diversas perspectivas mucha gente ha sostenido que las ciudades son organismos vivos. Que en algunos casos incluso poseen, junto al cuerpo, un alma propia. Esa condición de ente palpitante, refrendada por los juicios de arquitectos, urbanistas, sociólogos, escritores y artistas, parece ser una realidad constatable, que se manifiesta a través del crecimiento, de las transformaciones y hasta convulsiones no siempre deseables de la trama urbana, que se pueden suceder ante nuestros ojos y, de manera evidente, en el plazo vital de una generación...