Infraestructura y urbanismo 

La era urbana

El fin del urbanismo de autor

Flavio Tejada 
31/12/2018


Durante siglos, la construcción de la ciudad ha sido el fruto del consenso entre un reducido grupo de agentes. Los inversores, junto al poder político, construyeron barrios y ciudades bajo el dictado de urbanistas que daban respuestas precisas a los retos de la sociedad. Los ensanches europeos del siglo XIX o las ciudades racionalistas de mediados del XX tenían detrás un urbanismo de autor.

Adentrados en el siglo XXI, se ha producido un fenómeno que está resquebrajando este modelo decimonónico: la población urbana sigue concentrándose en sólo el 2% de la superficie del planeta, pero consume la mayor parte de los recursos naturales y provoca problemas locales como la congestión de tráfico o la merma de la calidad del aire.

Este contexto global obliga a que las urbes se enfrenten a retos que superan su propia escala de intervención —el cambio climático, los procesos acelerados de urbanización o la preservación de la identidad local frente a la globalización— sin que dejen por ello de mantener su competitividad y de dar respuesta a la transformación digital. El nuevo paradigma hace necesaria la reformulación de los modelos urbanos a través de un marco colaborativo entre las múltiples capas del conocimiento y los agentes implicados en la construcción del territorio.

La transformación de la ría de Bilbao partió de la premisa de recuperar el ‘derecho a la ciudad’. La creación de nuevos espacios para la interacción social devolvió el sentimiento de pertenencia a los ciudadanos, y dio respuesta al modelo de vida del que los bilbaínos se quisieron dotar como sociedad abierta y cosmopolita, lo cual se tradujo en un manifiesto sentimiento de orgullo.

Esta regeneración se ha extendido a la bahía de Santander, donde el sector público ha sido capaz de integrar las respuestas a intereses en cierto modo antagónicos. El puerto, la ciudad o la cultura han experimentado una transformación que ha sido rentable desde varios puntos de vista. Desde 2014, la Fundación Botín, la Copa del Mundo de Vela ISAF 2014 o el Archivo LaFuente (Reina Sofía) son algunos de los agentes que se han visto atraídos por esta novedosa intervención urbana.

Este cambio está afrontándose también desde el sector inmobiliario, ya que el valor de sus inversiones aumenta a través de la generación de valor territorial. Propuestas como Porta Nuova en Milán superan, por ejemplo, el viejo dilema entre el crecimiento urbano y la preservación ambiental. El Bosco Verticale, de Stefano Boeri, también muestra cómo la nueva generación de nuevos diseños urbanos genera impactos positivos en el medioambiente urbano, y permite crear biodiversidad en los suelos regenerados.

Las corporaciones globales buscan atraer el ‘Capital del Conocimiento’ a sus empresas. Ello les obliga a ubicarse en áreas en las que la diversidad, la formación y el talento estén presentes. Pero, al llegar allí, no imponen sus modelos (como sí lo hizo la economía en los años 1980, con sus edificaciones en altura), sino que aspiran a implicarse con los valores del territorio. Así, por ejemplo, la sede de Google en King’s Cross espera poner el mejor talento británico al servicio de la compañía global, no simplemente replicar los espacios de Silicon Valley en el Londres victoriano. El nuevo edificio busca la relación con la calle, la integración en la trama urbana y la presentación de valores realmente londinenses.

Estamos frente a un momento de cambio de paradigma, que debe ser capaz de inventar nuevas respuestas al entorno construido. Estas soluciones pasarán no sólo por la formación de equipos multidisciplinares, como ya ocurre hoy, sino por dejar actuar a una nueva generación de profesionales capaces de abordar los retos y las oportunidades de la nueva era urbana desde una perspectiva holística.

Flavio Tejada es responsable del área European Cities Business en Arup.


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