Infraestructura y urbanismo 

El destino de la arquitectura vieja sevillana

José Ramón Sierra 
01/01/1985


A menudo, cuando hablamos de arquitec­tura vieja, pretendemos encontrar en la arquitectura una muy precisa circunstancia de los seres vivos —la vejez— otorgando al tiempo la categoría clasificatoria y catalogando así la arquitectura según los tiempos generales de la historia, es decir, como antigua, media, moderna o contemporánea. Pero ¿cómo puede explicarse a partir del tiempo la arquitectura de esta ciudad? El tiempo de Sevilla se detuvo definitivamente en 1929. Y, hasta entonces, fue siempre un tiempo muy particular, hecho de pocas y vagas fechas significativas: se sabe que la ciudad cambió de manos en el siglo XIII pero parece que poco cambió su arquitectura: en el siglo XVI, más o menos, sí hubo un cambio importante y las casas descubrieron la calle (ventanas y balcones) y en el XVIII las calles descubrieron la casas (patios y zaguanes alineados con las puertas). En Sevilla no queda arquitectura antigua y la vieja que queda es imposible atribuirla a un tiempo preciso, a una época determinada. Incluso podría pensarse que los pocos edificios históricos que pueden delimitarse más claramente en sus tiempos de comienzo y terminación, como el Archivo de Indias o la Fábrica de Tabacos, son edificios que de alguna manera se revelan extraños al tiempo sevillano, incluso tal vez a ese espíritu atemporal de su arquitectura. Un espíritu que no sólo está en los edificios importantes, sino que impregna el grueso de la arquitectura de la ciudad, de esas casas que no pueden datarse porque se hicieron poco a poco alimentadas materialmente de ellas mismas. Desde el punto de vista disciplinar de la arquitectura podría imaginarse un caso paradigmático de anulación del espíritu del tiempo y predominio del espíritu del lugar, casi un hermanamiento inquietante de una manera de pensar postmoderna y otra tradicional, inmovilista e incluso reaccionaria...[+]


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