(1913-2005)
«Me siento muy afortunado por haber asistido a la transformación de Japón desde la devastación de la posguerra hasta la opulencia de hoy.» Pero Kenzo Tange, que falleció el 22 de marzo de 2005, no fue un mero testigo, sino que asumió un protagonismo destacado en la reconstrucción de su país: de un proyecto suyo resurgió Hiroshima, donde erigió un Parque y Centro de la Paz (1949-1956) en memoria de la ciudad que había sido arrasada por la bomba atómica y como símbolo de las aspiraciones de sus habitantes. Nacido en Osaka en 1913, Tange estudió en la Universidad de Tokio y al terminar sus estudios trabajó cuatro años en la oficina de Kunio Maekawa, como él un fervoroso seguidor de Le Corbusier. Profesor desde 1946 en las mismas aulas donde se había formado, creó un laboratorio de proyectos por el que pasaron, entre otros, Kisho Kurokawa y Arata Isozaki. Su tesis doctoral la dedicó al estudio de la estructura de las grandes ciudades en función de los desplazamientos entre los lugares de residencia y trabajo. En cuanto a su trayectoria profesional, encauzada a partir de la exposición del proyecto de Hiroshima en el CIAM de 1951, recibió un gran impulso tras su plan para el crecimiento de Tokio (1960), en el que proponía orientar la expansión de la urbe hacia la bahía mediante puentes e islas artificiales y que se convirtió en uno de los referentes del Metabolismo. También en la capital, el conjunto de pabellones que construyó para los Juegos Olímpicos de 1964 es otro exponente de sus ideas acerca de los sistemas urbanos nucleares, y junto con la bellísima catedral de Santa María (1961-1964), una de sus obras más admiradas. Autor asimismo del diseño de la Expo’70 de Osaka, Tange construyó edificios donde confluyen la proeza estructural, la espectacularidad formal y la excelencia funcional, cristalizando además una imagen de la arquitectura nipona entre las propias tradiciones y el compromiso con el futuro. De mediados de la década de 1980, en la que recibió algunos encargos internacionales, es el nuevo Ayuntamiento de Tokio. Ninguno de sus proyectos posteriores, entre los cuales la torre OBU en Singapur, alcanzaría la resonancia de esta emblemática megaestructura. Profesor en el MIT, impartió también clases en Yale o Princeton; y su dilatada biografía está jalonada de premios y reconocimientos, entre los cuales las medallas de oro del AIA (1966) y de la Academia de Arquitectura Francesa (1973), el premio Pritzker (1987) y el Imperiale (1993).