1948-2021

Es díficil que una obra pueda tener un impacto mayor en la percepción de la modernidad del lugar donde se vive que la estación de autobuses de Casar de Cáceres. Su autor, Justo García Rubio, nació en 1948, se formó en Madrid como discípulo de Francisco Javier Sáenz de Oíza y ejerció la profesión fundamentalmente en el entorno de su ciudad natal, Cáceres. Su obra, definida por la vocación de vanguardia y por la voluntad de introducir los lenguajes más atrevidos de la estética contemporánea en los escenarios de lo que hoy llamamos la ‘España vacía’, encontró en la estación del Casar su concreción más oportuna y exitosa. Sus deleuzianas cáscaras plegadas que llevan al límite el comportamiento estructural del hormigón, se posaron sobre el blanquísimo caserío de la localidad extremeña en un empeño de voluntad creativa que también tuvo mucho de manifiesto. Con todo, el trabajo de Justo García fue más allá del éxito extraordinario de esta obra, publicada nacional e internacionalmente: construyó otros edificios de calidad, desde el alabeado depósito de regulación en Ribera del Fresno hasta el plástico apilamiento de la comisaría de la Policía Nacional en Plasencia o la elegante y más contenida sede del INEM en Cáceres.