Ver fuego en el Sena ha sido históricamente una mala señal, del incendio del Pont Marchand en 1621 al de Notre Dame en 2019, pasando por el de las Tullerías durante la Comuna. Pero este 26 de julio París ardió felizmente con otras llamas, las de Olimpia, que por primera vez señalaron el comienzo de unos Juegos no desde un estadio, sino desde el propio corazón de la ciudad: su río, un escenario de grandeur incomparable que los organizadores tuvieron el tino de sanear y convertir en protagonista de la ceremonia de apertura. Así, el tradicional desfile de atletas tuvo lugar en barcazas que navegaron desde el puente de Austerlitz al de Jena, flanqueado por los principales monumentos para acabar con un francesísimo y pirotécnico fin de fiesta con la Torre Eiffel de fondo.
Mientras el pebetero en las Tullerías flamee —otra novedad la de situarlo fuera del estadio—, la explanada de los Inválidos, la plaza de la Concordia o el Grand Palais verán sus habituales turistas reemplazados por deportistas, haciendo que la ciudad de postal se transforme en marco de competiciones. Entretanto, en el cercano Palais Bourbon también habrá fuegos vivos, pero más difíciles de extinguir: las pugnas en una Asamblea dominada por el Nuevo Frente de izquierdas que incluye al insumiso Mélenchon, cuya victoria en las recientes elecciones contuvo el tambaleo de Macron y frustró —¿o solo ha aplazado?— el triunfo de la ultraderechista Agrupación de Marine Le Pen. La legislatura se prevé tensa, pero arranca con una tregua olímpica que bien hará templando los ánimos.
El País: La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, en imágenes