La arquitectura tiene un ineludible vínculo con el lugar, como una condición sustantiva a la acción constructiva y como una exigencia adjetiva de relación formal con el contexto urbano, paisajístico y cultural. Esto puede parecer obvio. Sin embargo, esta condición geográfica de la arquitectura tenía, hasta hace poco tiempo, unas implicaciones formales relacionadas con la tecnología constructiva empleada históricamente y con los materiales disponibles, con el entorno cultural y simbólico y con el clima. Incluso en los mejores ejemplos producidos por el Movimiento Moderno se tomaban ciertos márgenes de libertad que permitían adaptar los proyectos a las condiciones locales…[+]