1926 - 2013

Mientras trabajaba en la oficina de Regiones Devastadas de Córdoba, el recién titulado Francisco Coello de Portugal sintió su vocación religiosa y decidió hacerse dominico. Era consciente de que el tránsito de la vida civil a la religiosa implicaba por entonces abandonar la arquitectura, pero en su caso pareció cumplirse aquello de que los caminos de Dios son inescrutables cuando el provincial de su Orden le pidió que se encargase del proyecto para un seminario y un convento en León. Fue el origen de una de las obras más extraordinarias de la arquitectura religiosa del siglo xx en España, el santuario de la Virgen del Camino, que terminó en 1961, y que serviría para recordar a los superiores del ya Fray Coello de Portugal que la arquitectura puede ser una manera de honrar a Dios. Así que, en 1964, Fray Coello abre un estudio en el madrileño convento de Santo Domingo, y desde entonces no deja de dedicarse a un ora et labora del que serían fruto más de 300 edificios, de colegios mayores a innumerables iglesias, pasando incluso por una catedral —la de Taipei—, obras de desigual valor pero en las que siempre se da la fusión, a priori improbable, de la devoción católica con el respeto al vocabulario de la modernidad racionalista.