La liberalización parcial del mercado de proyectos de arquitectura en China ha dado pie, a lo largo de estos últimos años, a una verdadera eclosión de estudios jóvenes que han explorado vías ajenas tanto al corporativismo oficial como a la weird architecture de las estrellas internacionales. Se trata de estudios que, sin dejar de ser cosmopolitas, han sabido reinterpretar los tipos tradicionales chinos para dar pie a una arquitectura sensible a los contextos y los materiales vernáculos.

Es el caso de la oficina de Shanghái liderada por Lyndon Neri y Rossana Hu, que acaban de completar el Centro Cultural Junshan en un bucólico paisaje de ríos y montañas situado en el área metropolitana de Pekín.

Se trata de un proyecto complejo que, además de rehabilitar un inmueble de oficinas, ha ampliado el programa con una biblioteca, una sala de exposiciones y un auditorio polivalente. El proyecto aprovecha la estructura de hormigón armado del edificio preexistente para colocar sobre ella una tercera planta, y completa el conjunto con una serie de espacios organizados en torno a un patio central rodeado de jardines, cuya forma y materialidad se inspiran en las de la arquitectura tradicional china. Hacia la calle, el inmueble queda revestido con piezas de aluminio cuyos tonos ocres resuenan con el contexto.