La imagen que se tenía del Museo Arqueológico Nacional era la de un vetusto caserón cuyo interior había perdido carácter tras las sucesivas intervenciones museográficas. Inaugurado el 1 de abril, el nuevo MAN ha recuperado la identidad de la construcción decimonónica proyectada por Francisco Jareño, pero ha asumido la personalidad propia de un museo contemporáneo, sumándose así a los referentes culturales de Madrid. La transformación se ha producido tras seis años de laboriosas obras, algo más de 65 millones de euros de presupuesto y un cuidadoso proyecto de Juan Pablo Rodríguez Frade, que ha recurrido a una paleta de materiales escueta y eficaz: mármol travertino y maderas. La intervención ha permitido ampliar de 7.000 a 10.000 metros la superficie expositiva, favoreciendo la iluminación natural y modificando la entrada al edificio para que, a diferencia de lo que ocurría hasta ahora, sea posible seguir con coherencia cronológica un itinerario que comienza en el arte paleolítico y acaba en el siglo XIX tras dar cuenta de 13.000 tesoros arqueológicos y 20.000 años de historia