En octubre de 1952, un grupo de arquitectos españoles —Aburto, Bidagor, Cabrero, Chueca, Fisac y Zuazo entre otros— partieron a la Alhambra para una estancia de tres días, con la seria intención de meditar sobre las bases de una nueva arquitectura en España. Como resultado de esta especie de ‘ejercicio espiritual’, el grupo alumbró un breve e interesante texto que firmaron todos los presentes y que bautizaron con el nombre de Manifiesto de la Alhambra.
Quien no conozca el texto hallará en esta segunda reedición un canto a la sencillez y a la poesía de la arquitectura moderna presente en el conjunto («para nosotros el edificio no tiene edad, sólo tiene arquitectura»), una adelantada reivindicación de la ‘sostenibilidad’ del palacio-fortaleza («nuestro respeto al agua debe ser el mismo de los árabes pues seguimos en el mismo medio») y un certero análisis enfocado a la acción de las formas, la construcción, la decoración y los jardines del mismo. Para los que ya lo leyeron, esta es una ocasión de adquirir en una impecable edición uno de los textos fundamentales de la historia de la arquitectura española.