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El Longchamp de Perrault

Con vistas al caballo

31/12/2018


No sin cierta polémica, tanto en Francia como incluso en España (desde su tribuna de El País, un gran amante del mundo del turf, Fernando Savater, mostraba recientemente su nostalgia por el viejo edificio), acaba de terminarse la remodelación del hipódromo de Longchamp, enclave de referencia para la hípica en Europa, que hace también las veces de puerta simbólica del Bois de Boulogne, el gran pulmón de la capital de Francia.

Concebido como una pila de grandes plataformas que, merced a su acusada inclinación, procuran buenas vistas sobre las carreras, el nuevo edificio principal del hipódromo parisino sigue, en lo fundamental, las directrices establecidas en el concurso internacional que en 2011 ganó Dominique Perrault. No sólo porque la estrategia de apilamiento le dé su singular carácter al edificio, sino también porque le dota de panoramas abiertos y cruzados, y protege a los usuarios del viento y el sol, amén de dar cuenta de los que quizá hayan sido los dos mayores retos a los que tuvo que responder el proyecto: de un lado, hacer posible que el nuevo conjunto se relacionara adecuadamente con su singular entorno verde; del otro, integrar edificios de distintas épocas y a diferentes cotas en una sola imagen poderosa que fuera reconocible desde el frente del cercano río Sena. 


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