Puede parecer extraña la palabra ‘colaboración’ aplicada al trabajo conjunto entre arquitectos japoneses y europeos. Suena a algo así como un festival o un evento exótico en el que los participantes establecen lazos de amistad internacional. También puede invitarnos a mirar la exposición como un ejemplo de happening transcultural que nos ayude a entender las diferencias existentes entre los arquitectos de ambos continentes. Desde el primer momento me intrigó el modo en que se organizaría la exposición ‘Eurasia Extrema’; la lista de participantes era como para despertar expectativas, pero la combinación de unos y otros me resultaba extraña.

La exposición, celebrada en el marco de la Expo 2005 de Aichi, se inicia con un juego de emparejamientos entre diez estudios de arquitectura españoles y diez equipos japoneses. Cómo se ha hecho la selección o el emparejamiento es lo de menos. Separados en dos columnas y unidos por líneas cruzadas, los nombres españoles y japoneses representan los dos ‘imperios’ a los que alude el título.

Cubos y cilindros constituyen la estructura arquitectónica básica de la exposición. Estas formas platónicas simbolizan la propia arquitectura, pero más allá de esta elemental identificación, los arquitectos debían crear algo más interesante y positivo, con la dificultad añadida de tener pocas ocasiones para comunicarse en directo, lo que ha requerido por parte de los equipos importantes dosis de paciencia y de espíritu de colaboración... [+]