Para un matemático una pizarra es más que un cuadro encerado donde escribir o dibujar, es inherente a su forma de expresión, idónea para su dicción y proceso creativo. Si otras ciencias y ramas de la investigación ya han sustituido las tizas y nubes de polvo por los rotuladores y fondos blancos, en las facultades de matemáticas estas se mantienen imperecederas. A primera vista, en sus superficies la mayoría sólo llega a ver enigmáticos garabatos o jeroglíficos incomprensibles, pero en el libro Do Not Erase Jessica Wynne presenta más de un centenar de ejemplos de distintos puntos geográficos para mostrar la azarosa belleza de los complejos palimpsestos que construyen...[+]