Ciertos libros pueden contarnos muchas cosas en muy poco espacio: aunque mínimo en su extensión y formato, Arquitectura descrita ofrece, no obstante, una panorámica amplia de la producción de Enric Batlle y Joan Roig, como amplia es también la variedad de registros que abarca su estudio. El trabajo de los barceloneses muestra cómo se puede intervenir arquitectónicamente sobre el vacío urbano (y, más frecuentemente, sobre los espacios intersticiales periféricos) con una sensibilidad que busca dotarlos de «aquella rugosidad —el curso de las aguas, la vibración de los suelos, (...) el tiempo de los árboles—» de la que fueron desprovistos en su proceso de urbanización. Actuaciones que se aplican a la escala del parque o del paseo marítimo, o a la más compleja de una ciudad deportiva. Y si las intervenciones paisajísticas se abordan con criterios arquitectónicos, los proyectos de arquitectura se entienden como lugares: la forma en que la sede del Real Automóvil Club de Cataluña surge de su emplazamiento, el delicado diseño de los nuevos huecos en la fábrica de Sallent convertida en biblioteca, o los gestos suavemente rotundos de las viviendas en Sant Boi y Viladecans. Como indica el título, arquitecturas tan diversas se describen en vez de escribirse, a través de la mirada cómplice del fotógrafo Jordi Bernadó, y con el contrapunto escaso de planos e infografías: con estos recursos narrativos se logra que los proyectos hablen por sí mismos, casi como si los hubiéramos visitado.