«El arquitecto propone, la mujer dispone». Así finalizaba Bruno Taut su libro Die Neue Wohnung (1924), dedicado a todas las mujeres, las ‘verdaderas creadoras de la casa’, a las que animaba a participar en la organización de sus viviendas, para aliviar el monótono trabajo doméstico y así lograr mayor libertad. Con su obra construida, Taut fue uno de los arquitectos que más contribuyó a uno de los empeños fundamentales del Movimiento Moderno: la optimización de la vivienda. Un empeño que se vinculaba a la conquista de la creciente emancipación de las mujeres. En esa tarea se comprometieron un buen número de arquitectos de entreguerras. Entre ellos se contaron algunas mujeres que querían no sólo disponer, sino también proponer.
El libro de Carmen Espejel, resultado de sus tesis doctoral, propone un recorrido por la obra de cuatro de esas mujeres: Eileen Gray, Lilly Reich, Margarette Schütte-Lihotzky y Charlotte Perriand. Como la autora señala, ellas intentaron conciliar la abstracción de la arquitectura moderna con el hacer de la casa un hogar. Después de unos apuntes sobre las relaciones entre las mujeres y la arquitectura a lo largo de la historia, Espejel expone sus proyectos ligados a sus trayectorias vitales. Unas obras reconocidas por sus coetáneos y que, posteriormente, se vieron eclipsadas por las de los maestros con los que colaboraron. Un texto que, en resumen, nos acerca una obra apenas difundida en castellano.