1923 - 2013
Natural de Nápoles e hijo de médico, Clorindo Testa llegó a Buenos Aires con un año. Por ello, aunque nunca perdió sus lazos con Italia, siempre se consideró argentino; de hecho, su relación con la capital porteña fue tan íntima que los aficionados a las calificativos contundentes solían llamarle el ‘arquitecto de Buenos Aires’. Y acaso es cierto, pues fue allí donde estudió arquitectura, donde se formó como profesional en el Equipo Austral —encargado en los años 1950 de implantar el Plan Regulador de la ciudad, inspirado por Le Corbusier— y donde construyó sus obras más importantes, desde el magistral Banco de Londres (1959), que supuso una inesperada y tempranísima adaptación del brutalismo al contexto latinoamericano, o la no menos brutalista Biblioteca Nacional (1962-1995) —que debido a las crisis recurrentes tuvo que esperar treinta años para verse terminada—, hasta sus obras más tardías, ya teñidas por un abundante cromatismo, como el Centro Cultural de la Recoleta (1979). Durante todos estos años, Testa compatibilizó su actividad de arquitecto con la de pintor, un rasgo al que unos achacan su inconfundible libertad formal, pero en el que otros ven la raíz de sus experimentos posmodernos.