![Cálculo o ética](/assets/uploads/articulos/81756/av_medium__av_284922.jpeg?h=94739559)
Ludwig Hilberseimer, Ciudad vertical, 1924
Preferimos considerar la abstracción como el acto artístico que propicia un mundo de formas despojadas de las sucias constricciones de la realidad. Pero cualquier abstracción tiene un sostén en la materia; es abstracción concreta que se enraíza en objetos tangibles al mismo tiempo que da forma al entorno que nos rodea. Las abstracciones importan menos por su vago carácter ideal que por su sentido operativo: son marcos genéricos de mediación que sirven para hacer cosas, y deben abordarse por tanto en el contexto de las estructuras materiales, históricas, sociales y políticas que les dan sentido. Las abstracciones son fruto y sostén del trabajo humano, no el resultado del escapismo de un artista que se retira a su edén platónico para no contaminarse con la complejidad del mundo. Esta es la tesis de partida de Architecture and Abstraction (2023), el último libro de un Pier Vittorio Aureli que, tras explorar el poder político de la forma en The Project of Autonomy (2008) y The Possibility of an Absolute Architecture (2011), y postular un retorno a lo esencial más allá del consumismo en Less is Enough: On Asceticism and Architecture (2013), presenta ahora la abstracción en la arquitectura menos como un estilo estético o una aspiración artística que como un ámbito operativo que surge de la evolución del trabajo y da forma al proyecto moderno en cuanto riguroso aparato de control cuantitativo y producción de ideología...[+]