El Mercado de Atarazanas, construido en Málaga en 1876 por Joaquín de Roucoba en hierro y vidrio según el modelo de Les Halles, sobre un taller naval nazarí del que conserva la portada, ha vuelto a abrir sus puertas tras la rehabilitación dirigida por el estudio de los madrileños Aranguren y Gallegos. La reforma ha puesto en valor el espacio de las naves comerciales, singularmente la central, iluminada cenitalmente y presidida por una vidriera de 1973, donde se vende en puestos de colores el fresquísimo pescado malagueño.