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Altos vuelos

El aeropuerto de Pekín de Zaha Hadid

31/10/2019


Las puertas de las ciudades fueron primero los arcos del triunfo con los que los Gobiernos ilustrados quisieron imitar a la vieja Roma; después, los grandes vestíbulos de las estaciones de ferrocarril, convertidas en verdaderos monumentos de la urbe industrial. Hoy lo son los aeropuertos, esos símbolos de la globalización en los que Rem Koolhaas quiso ver también el símbolo de la arquitectura de ‘lo genérico’. La realidad confirma sus pronósticos y en parte los desmiente, pues, si en lo funcional, nada hay más parecido a un aeropuerto que otro aeropuerto, en lo simbólico los países se cuidan mucho de que sus puertas globalizadas posean cierto carácter, ora atendiendo a relatos nacionales o locales, ora pagando por la imagen de marca que procuran los arquitectos del starsystem.

Este último es el caso del nuevo Aeropuerto Internacional Daxing, de Zaha Hadid Architects, construido a una velocidad de vértigo y diseñado para albergar 630.000 vuelos anuales y mover, para empezar, a unos 45 millones de pasajeros. De la magnitud de la empresa da cuenta su superficie de 700.000 metros cuadrados, lo cual no es sino la cifra visible del crecimiento de China, que, sólo una década después de haber completado el gran aeropuerto de Pekín según proyecto de Norman Foster, ha necesitado complementarlo con una nueva infraestructura no menos colosal que la anterior.

En su intento de anclar el proyecto a lo local, tanto las autoridades como el estudio de arquitectura recuerdan que el aeropuerto evoca la organización en torno a un patio que fue típica de la arquitectura tradicional china. Es, por supuesto, sólo una coartada, pues lo que define al edificio es su lenguaje ligado a los gestos y estilemas que fueron tan personales de Zaha Hadid, pero que, tras el fallecimiento de la angloiraquí en 2016, ha sabido mantener —al parecer, con mucho éxito— su socio entonces y ahora director de la oficina, Patrik Schumacher. Se trata de esas líneas ondulantes, superficies pulidas y formas alabeadas que, no por previsibles, resultan menos eficaces y espectaculares.

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