(1901-1998)
El credo moderno tuvo uno de sus más apasionados conversos y propagandistas en el italo-suizo Alberto Sartoris, que falleció el 10 de marzo. Había nacido en Turín, pero su familia emigró a Ginebra, en cuya Escuela de Bellas Artes el joven Sartoris se formó como dibujante y aprendió a amar la arquitectura, aunque nunca obtendría el título para ejercer profesionalmente. La Exposición de Arte Moderno que se celebró en la ciudad en 1920 lo puso en contacto con la vanguardia italiana; a partir de su participación en el primer CIAM de La Sarraz, en 1928, dedicó sus esfuerzos a propagar el racionalismo, a través de textos como Elementos de la arquitectura funcionalista (1932) e Introducción a la arquitectura moderna (1943), y de dibujos con el mismo carácter de manifiestos; en las escasas obras que materializó, las contigencias de la realidad contaminaron inevitablemente la pureza de sus diseños. Para Tenerife, una isla que visitó por vez primera en 1950 y a la que siempre se sintió ligado, Sartoris realizó varios proyectos que no llegaron a construirse, entre los cuales la casa Arnulfo Córdoba en Tacoronte (1952) y la residencia para artistas e intelectuales del Puerto de la Cruz (1953).