1924-2022

Hubo un momento contradictorio y fecundo en el que los arquitectos iberoamericanos aspiraron a fundir los principios y lenguajes del Movimiento Moderno con las tradiciones vernáculas, sobre todo con las precolombinas, en las que vieron una poderosa cantera de identidad. A ese momento perteneció sin duda Agustín Hernández Navarro, que falleció en su ciudad natal de México el 10 de noviembre a la edad patriarcal de 98. Graduado en la Escuela Nacional de Arquitectura en 1954, Hernández fue discípulo directo de la primera generación de arquitectos modernos en México, y desarrolló su trabajo cuando los tiempos de revisión de la modernidad pasaba en su país por un brutalismo con resonancias aztecas y mayas, esto es: un doble brutalismo que quiso ser contemporáneo y tradicional a la vez. Esta impronta resulta explícita en las obras más reconocidas de Hernández, desde la Escuela de Ballet Folklórico (1968) en Cuernavaca —que dirigía su hermana, la famosa bailarina Amalia Hernández— hasta el Heroico Colegio Militar (1976) —híbrido de inmenso búnker de hormigón y suelo arqueológico a lo Teotihuacán—, pasando por las decenas de proyectos construidos por el mejicano a lo largo de una larguísima carrera que se sostuvo siempre en la voluntad de independencia creativa.