El campo es el futuro. Así lo sostiene el gurú de la arquitectura internacional, Rem Koolhaas, en la gran exposición coral que acaba de abrir sus puertas en el Museo Guggenheim de Nueva York. Su título, ‘Countryside, the Future’, es una declaración de intenciones que sorprenderá a muchos en la medida en que supone un giro radical en los intereses de Koolhaas. Intereses que, si hasta ahora habían abarcado el caos urbano como generador de belleza, los espacios de la globalización e incluso la relación con el patrimonio, con esta exposición y el libro que la acompaña se desligan de lo urbano para centrarse en el «patio trasero» de las metrópolis, es decir, el campo. A través de un gran despliegue de documentación producida por Koolhaas/AMO en colaboración con una decena de universidades, ‘Countryside, the Future’ radiografía —recurriendo a imágenes poderosas como las de los invernaderos de última generación o las megafábricas de Tesla— los mil nudos que enredan en espiral al campo con la economía, la geopolítica, la genética o el medioambiente. La cara más radical del mundo no está hoy en las ciudades, sino en el campo —Koolhaas dixit—, y a los arquitectos les conviene reconocerlo cuanto antes, si no quieren quedarse rezagados... una vez más.